Soy Capote


Y sí, digamos que todo él gritaba vanidad, sobre todo cuando en una ocasión se atrevió a afirmar y a reconocerse: “Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy homosexual. Soy un genio”, frase que pasó a la posteridad. Luego de admitir que sí, que su ego era más grande que su cuerpo, caemos en cuenta que ése es precisamente el comportamiento frente al que nos hacemos ciegos, porque ¿quién dijo que la conducta y la personalidad de los artistas tiene que ser intachable? Más cierto no puede ser que muchos cometemos el desliz de querer que los escritores sean como sus obras los sugieren y no como la realidad los denuncia. Pero, para citar a un lector de José Luis Merino, columnista del diario El País: “Es una certeza que para los grandes escritores de cada época, la fama es justa, la belleza perdurable y el tiempo les pertenece”. Ha pasado con Capote. Sus libros son, sin duda alguna, una buena referencia para los del oficio de la escritura y los aficionados a la lectura. Y “A sangre fría”, esa obra que le consumió  como él mismo dijo -le tomó cinco años escribirla-, es la muestra de la capacidad y exquisitez narrativa que tenía su pluma. Pero igual a bocadillos deliciosos son también todos sus cuentos y aquella recopilación de entrevistas; “Música para camaleones”, es un sin desperdicio. Permítase conocerlo, no es mentira; era un genio de la palabra. 

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