Frutas de antaño: El mamón
Al mamón le di mención en una oda que escribí pensando en mi
padre. Tanto así me marcó esta fruta de textura arenosa cuyo árbol conocí en mi
barrio; estaba plantado en el patio de la ferretería y a sus pies los camiones de volteo colocaban la montaña
de arena de hacer mezclas para la construcción. Eran de esas casualidades que me ponían a pensar:
la arena en el suelo y la fruta arenosa creciendo arriba.
Pero mi tema con el mamón es otra cosa. Sucede que esta
fruta es terriblemente dulce, es dulcísima y yo, que nunca he sido amante del azúcar, era víctima de nauseas cuando osaba comerme una. Pasó el tiempo y
como muchos otros árboles frutales el mamón fue desapareciendo de la ciudad.


El otro día, bajando de Jarabacoa, hicimos una parada improvisada
para comprar arepas cuando mirando hacia arriba lo vi.
De inmediato pedí que nos dejaran tumbarlo porque supe que tendría pocas oportunidades de volver a encontrar uno, tenía que mostrarlo y hacerlo parte de mi #TBTfrutal.
Deben saber que otra persona se lo comió, yo solo le tomé la foto.
De inmediato pedí que nos dejaran tumbarlo porque supe que tendría pocas oportunidades de volver a encontrar uno, tenía que mostrarlo y hacerlo parte de mi #TBTfrutal.
Deben saber que otra persona se lo comió, yo solo le tomé la foto.
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