Diálogo imaginario


Le digo: un momento, recapacite. ¡Alguien que haga entrar en razón a la Reina de Corazones! Grito. Anda queriendo cortar cabezas, “¡que rueden!”, se le escucha decir. Y, despavoridos, corren los súbditos, a los que nos les queda más remedio que acatarse a las órdenes del poder aristocrático y contradictorio que les gobierna. Porque sí, la reina no tiene paciencia, no es consecuente, ni considerada, y no perdona. ¡Pero es la reina de corazones!, ese órgano que representa el amor. ¡Ah! Pero recuerden: el corazón de un hombre, y el de la mujer, también guarda sentimientos negativos: La envidia, la intolerancia, la falta de compasión, el egoísmo...¡Shh! Silencio, la reina se acerca. No den motivos para provocar su ira. Estén erguidos, que todo esté en orden, ¿y el campo? ¿Está listo para jugar croquet? Y tú, competidor asignado, dejadle ganar. Guarda para mucho después tu ego, tu orgullo, tu inteligencia, solo te servirán si has renunciado a la vida, si crees que es tiempo de partir. A menos que logres ver antes al rey y consigas un indulto, el perdón. ¡Shh!... silencio, que viene la reina. 

Texto publicado en la sección "El Póster", de la Revista Pandora, febrero.


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