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Y una cosa
lleva a la otra. Despierto pensando en "negligencia", que es culpa. A mí me están persiguiendo las palabras ¿Quién
atiende la denuncia?
Derrame:
que se esparce, que se “bota”, que se cae. Y pasa precisamente que si le pasa
al cerebro; uno se esparce, se fuga lentamente. Derrame. Evito el derrame, decía, por eso me
calmo, me aquieto. Y luego me entero que, sin saberlo, mientras aquel día se pronunciaba sin control el derrame en mi boca un pariente cercano lo padecía. Y pensé en negligencia, en la
propia; que destruye por descuido, y en la ajena; que no respeta la vida del
otro. Pienso y pienso, y luego leo que Andrés ha escrito un breve cuento sobre la muerte, y el muerto habla de estar muerto y dice: “No quiero ser un muerto
negligente”. Debe ser casualidad que una cosa lleve a la otra.
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