México en 72 horas
Llegando, vista aérea desde mi ventana en el avión del estadio Cruz Azul y la Plaza Monumental de Toros. |
Para el evento volamos hasta México, asistiríamos a una fiesta exclusiva en la discoteca Ragga, uno de los sitios más cotizados del Distrito Federal. Toda la prensa, apostada en la entrada, esperaba el visto bueno para el ingreso al local en el que más tarde veríamos a la mismísima cantante bailando, cantando y presentándonos la nueva fragancia creada en conjunto con Avon, la compañía líder en el mercado Latinoamericano y Estados Unidos en la venta por catálogo de productos de belleza y cuidado personal.
“Quería crear una fragancia que capturara la alegría de bailar toda la noche. Las notas brillantes y energéticas evocan la emoción de la fiesta con grandes amigos, y capturan la alegría de ser capaz de dejarse llevar y disfrutar de la noche”, dijo.
México es impresionante. Antes de bajarme del avión ya estaba asombrada de su inmensidad, no paraba de decir "es enorme, es inmenso" pensaba en las distancias entre unas casas y otras, en cómo hacen los amigos para verse si viven en ciudades distintas. Y mientras estaba embobada desde la ventanilla del avión, me dio la bienvenida con las vistas del Popocatepetl y el Iztaccihuartl, sus dos volcanes emblemáticos. No salía de mi asombro y segundos después, en un giro del avión para el descenso, veo al Estadio Cruz Azul junto a la gran Plaza Monumental de toros.
El evento era esa misma noche, dolía saber que el tiempo era mi enemigo en el país dueño de mi comida favorita. Era como un sueño. Horas antes al lanzamiento ejecutivos de Avon nos daban la bienvenida con un almuerzo en el Restaurante María Bonita, en el hotel Camino Real, donde estuvimos hospedados. Había estado en México antes, y sabía que amaría cada segundo de mi estadía. Y así fue.
Tacos de María Bonita |
de restaurantes de exquisita y auténtica comida.
Como esperaba, me encontré con las "eco bicis" con la esperanza de montarlas, pero lamentablemente no están disponibles para turistas. Este conveniente servicio fue creado para facilitar el transporte a los locales entre los frecuentes entaponamientos que suelen durar largas horas.
Nos quedaban las horas de la noche del segundo día para explorar y la caminata nos llevó a la Chilanguita: restaurante, bar y tarima de agrupaciones locales todos los jueves. ¡Y esa noche era jueves! Confieso que pequé de juzgar antes y esperaba música regional, de banda. Me preocupé, pero entonces subieron esos dos muchachos tan bien sincronizados y con aquella impresionante voz, y su orquesta. Fue increíble cada pieza, el sonido, los bailes, ¿Alguien puede hacerle un disco a esta banda, por favor?
Luego de preguntar un par de veces caigo en La Porrúa, y aunque no encontré lo que buscaba salí de allí sin darme cuenta con tres libros de títulos fatalistas. ¡Qué risa me dio!
Pero no reparé en la casualidad hasta horas después, cuando hacía un repaso de la intensidad que acaba de vivir en los últimos dos días, sentada, esperando para abordar, como tratando de acomodarlo todo bien en la memoria. Hasta que toque volver a México y su embriagante cultura.
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