Una mañana en el gomero

El guía se había vuelto un "chicle" desde hacía unos días. Cuando se es nuevo en los menesteres del manejo cada sonido o cambio en el vehículo es motivo de alarma. "Algo pasa", me decía. "Este guía parece un chicle masticado", así describía la flojera desmedida que se le metió, de la nada, al volante en cada giro.
Esa mañana del sábado madrugué para ser de las primeras en el taller. Rondaban las 8:00 a.m y cuando llegué Miguel ya estaba allí. Chacabana blanca, zapatos lustrados, cara de apuro que "andaba rápido", pero los muchachos a penas abrían el local así que tendría que esperar para tapar ese piche en la goma trasera izquierda que interrumpió su trayecto tempranero. 

Me desmonto. De inmediato empiezan a decirme cosas que no entiendo muy bien. Asumo una sabiduría, que más que ego es escudo para que no me engañen, y repito que mi visita es por alineamiento y balanceo. 
Miguel se llamó "mocano de pura cepa" y a su lado es donde estuve sentada. Desde ese momento sería el dueño de la conversación. 
Él hablaba y yo reflexionaba ante anécdotas como éstas: 

*Cuando compré mi primer carro pagué tres mil quinientos pesos. 
*Yo ganaba (no recuerdo la cifra que me dijo) y con 80 pesos mi mujer y yo comprábamos toda la comida del mes. 

El mecánico se acerca para avisarme que dentro de poco debo cambiar las gomas. El mínimo de cada una es precisamente lo que Miguel "el mocano" pagó por su primer carro. Hago rápidamente el cálculo: RD$3,500 X 4...

Quedo pesando en la cifra y Miguel sigue contándome cosas que no he preguntado: "en aquella época un neumático costaba 22 pesos y luego lo subieron a 23 y algo..."

¡14 mil pesos..! Juego con el número y se me ocurre que en los 70, Miguel pudo haber sido "Miguel, el gomero". Tiene 80 años -me sigue hablando-, "y así como me ves, me siento en salud, manejo mi propio vehículo y todavía trabajo". 

-Miguel, ¿le puedo hacer una foto? 
-¿A mi? ¡Ah, pero con mucho gusto! Y luego me la dejas ver. 

















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