La duda

Algo pasa. Mis últimas visitas a la librería coinciden con el último ejemplar del libro que me llevo. Esta vez, para agregarle algo diferente a la hazaña, el encuentro con un amigo me hace plantearme una duda que antes era impensable.
Nos saludamos, y hablamos de las citas incumplidas a las que nosotros llamamos deudas.

-Nos debemos una comida.
-Sí. Y no tenemos pretextos, ahora estamos más cerca. Coordinemos.
-Es cierto, ya no hay excusas. Nada, se me hace tarde, te llamo, un beso.
-Hasta luego.

Un momento. Hubo algo antes del “hasta luego".
-Tú si lees.
-Pavel, es que me gusta.
-Bueno, realmente no soy quién para reclamarte ahora que también me he sumado a la lectura.

(No le digo, pero hago memoria y caigo en cuenta que leo desde que recuerdo, hecho que me excluye de las estadísticas de moda).

-¿Sí? Excelente.
-Sí. Leo dos libros de finanzas por mes.

Lo siguiente a mi despedida fue una mirada al texto que estaba a punto de pagar. ¿Estoy leyendo los libros correctos? Pensé.


Nunca había considerado hacerme esa pregunta. Nunca había tenido esa duda, nunca. Entonces advierto dos cosas: crisis y cambio. 
Es que hay días en los que no sé si amo el periodismo o lo que me dicen los que hablan de él. 

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