La música que nos llevamos de la mano


A borbotones la música nueva, diversa, las mezclas...pero al final se recurre a aquellos temas que tienen piezas del autor.
Y tiene mucho que ver con eso de que el presente sirve para apreciar en cantidad lo que se tuvo en el pasado. El hoy de la música es lo más parecido a miles de caminos; el futuro está en ella, las influencias y las colaboraciones –más que nunca- las millares de agrupaciones estadounidenses con “el way” del britpop y éstas a su vez con la onda gringa,  y que entonces no sabes quién es quién; las voces, las guitarras, los coros...todos lo mismo, con sus excepciones, por supuesto.

Y divertida, eso sí, lo que se nos está dando es música, sin importar la letra, con miras a que nos bailemos la tristeza más grande. Y al parecer que es verdad eso que escuché por ahí el otro día: “la gente lo que quiere  es bailar”. Y eso está bien, al final con tantas agitaciones y vaivenes quizás los oyentes han dicho “qué diablos, ¡hay que vivir!”. Bien, pero esa solución no resuelve la otra cara de la moneda: el vacio. Y por eso se vuelve al pasado. ¿Les suena el I love 80´s y el 90´s forever? Pues por eso, porque al momento de las introspecciones, cuando la música está de por medio, salen a flote las experiencias y el soundtrack del momento se llena de dos tipos de canciones: las que recuerdan lo vivido y aquellas en las que el autor nos confiesa sinceramente (por interpretación y melodía) que estuvo pasando por lo mismo. Aunque no fuera así, pero ahí el valor de ellas.
Además, para reforzar mi teoría y está comprobado, la música del pasado sirve para desacreditar a la del presente. Pero claro, esto tiene que ver con las generaciones. 

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