Realidad, fuente de inspiración

 
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Si algo hace grande a los escritores del siglo XIX es la riqueza de sus historias y las características tan marcadas de sus personajes, que logran que con el paso del tiempo se conviertan en clásicos a los que se les rinde honor de diversas formas. Tal  es el caso de Víctor Hugo y su obra Nuestra señora de París que, entre otras, inspiró al Jorobado de Notre Dame del mundo Disney.
Como en la original, la joven y hermosa gitana Esmeralda está presente. Una gitana capaz de cautivar con su belleza, la destreza del baile y el toque de su pandereta. En ella también se destaca su tolerancia y compasión por Quasimodo, un joven deforme y jorobado a quien el pueblo desprecia por su fealdad. 

Las circunstancias y hechos dan a pensar que la historia, o al menos uno de los personajes, pudieron ser reales, y al parecer así fue.
A finales del 1900 fueron encontrados documentos autobiográficos del escultor Henry Sibson, de la época de Víctor Hugo, quien trabajaba para el Gobierno francés justo cuando se restauraba la Catedral de Notre Dame. Según un comunicado de la galería Tate, de Londres, en estos documentos Sibson describe a quien fuera su jefe, un señor jorobado. Parece un hecho simple, sin embargo, en manos de Víctor Hugo, considerado como uno de los autores más importantes de la literatura, ese pequeño detalle de la realidad se convirtió en una colección de once libros que narran la desdichada historia de Esmeralda y el Jorobado de Notre Dame.

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